viernes, 24 de junio de 2016







Desde los cuatro hasta los 17 años de edad estuve en un centro educativo católico (de esos donde una puede ver a las monjas pasearse por los pasillos) y crecí en una iglesia cristiana (bíblica, muy estricta), por lo cual nunca tuve un verdadero acercamiento con personas sexualmente diversas. Estos dos son ambientes donde, al menos en esa época, el tema de la homosexualidad era un tabú; no se hablaba de eso, se reprimía. Ya saben.

Pues sí, uno de mis hermanos tenía varios amigos homosexuales y por ahí tengo un primo gay al que le guardo muchísimo aprecio pero al que veo poco, así que nunca hubo una persona ‘cercana’ a mí que perteneciera a esta comunidad, por lo menos no abiertamente.

Luego conocí a Samantha.

Para entonces ella todavía se identificaba como un hombre gay bajo el pseudónimo de PSJ. Debo decir que, cuando le conocí, hubo dos cosas que me llamaron poderosamente la atención: la manera en que abrazaba fuertemente su individualidad, y su precioso cabello color rosa.

Cuando a finales del año pasado Samantha decidió ‘salir del clóset por segunda vez’ como una mujer trans supe que tenía que hablar con ella, tenía que entrevistarla. Porque para mí no sólo representa la primera persona sexualmente diversa cercana en mi vida. También es  un símbolo de valentía y determinación. Y me siento muy feliz y agradecida de conocer un poco de su historia. 

Samantha salió del clóset (por primera vez) a los 14 años., hace diez años, más o menos. Como ella misma expresó, esto sucedió en una época donde no era común que las personas homosexuales se declararan abiertamente lo cual, de una u otra manera, marcó un hito en su vida.  

“En realidad fue como que el Universo me obligó a salir del clóset. Yo le conté a mí mejor amiga y, no sé cómo (seguro fue ella) el chisme se expandió por todo el colegio”, me explicó Samantha. “Era bastante obvio, pero que yo lo admitiera era otra cosa”, añadió.

“La experiencia fue bastante intensa pero, sin querer echarme flores, creo que yo sí hice algo que los demás no hacían. En mi época, hace 10 años, la gente no salía del clóset... las personas sobrevivían al colegio, tenían sus aventuras al callado, había chismes y etcétera, y cuando entraban a la U todo hacía boom”, agregó Samantha.

Cuando se propagó el rumor de su orientación sexual en el colegio, Samantha supo de inmediato que su mamá se iba a enterar. Fue por esto que, sin pensarlo dos veces, decidió decírselo ella misma… antes de que llegara a sus oídos por boca de otros.

“Mi mamá se puso feliz cuando yo le dije, sobretodo porque estaba confiando en ella; mi papá si lo asumió como que era 'una etapa', pero también me dijo que independientemente de todo yo era su hijo, y que me ama sobre todas las cosas sin importar lo que pase”, dijo.

No fue fácil. Samantha tuvo que enfrentarse a personas hostiles, chismes y chistes de mal gusto. Sin embargo, en ese momento, ella supo utilizar esta experiencia como una herramienta de aprendizaje y para conocer personas que le ayudaron a crecer como ser humano.

“Hice un grupito como de gente rara que fue el que me empezó a introducir en el mundo del arte y todas estas cosas. Y sobreviví. No me fue tan mal como como a mucha gente, pero tampoco fue como es mi vida ahora... vos lo has visto, yo no sufro discriminación en ningún lado, todas las personas de las que me rodeo me aman, y yo amo a todo el mundo”, comentó entre risas.

“Siempre fui muy 'proud' y me eché mis pleitos cuando tuve que hacerlo. Nunca escondí que era gay”, manifestó Samantha, quien asegura que el apoyo de su mamá y la posibilidad de tener un hogar seguro donde refugiarse en los momentos más difíciles fueron factores importantes que le ayudaron a ser la tenaz mujer que es ahora.

La transición




Samantha cuenta que fue un ex (quién actualmente también se identifica como una mujer trans) la que le ayudó a esclarecer su verdadero yo, el cual siempre estuvo presente, pero ella nunca estuvo realmente consciente de ello.

“Yo siempre he vivido mi vida como una persona andrógina, y nunca he sido una energía masculina. Nunca fui ‘one of the boys’. Siempre viví de una manera muy intermedia; el mundo estaba muy cómodo con eso, y yo también”, apuntó.

Samantha narró que el proceso comenzó cuando sostuvo una relación con quién ahora es su ex. Comenzaron a salir aunque, quién en ese momento era PSJ, sabía que su pareja era trans.

“Eso tuvo la relación en un hilo. Yo empecé con él, porque en ese momento todavía estaba viviendo como chico, y tuvimos un noviazgo; terminamos por ese peso que teníamos, de que él iba a *transicionar”, contó. “Cuando él me dejó yo estaba en una actividad para preparar la marcha en conmemoración de Gerardo Cruz. Mi amiga me fue a recoger, y me llevó a la casa, y cuando llegamos yo se lo dije. Le dije: 'Yo tengo otro peso encima, y no es sólo lo de terminar con él. El otro peso que siento es que yo también me siento trans”, acotó.

Fue así como el año pasado, y con la ayuda de una pareja trans, Samantha se dio cuenta de cuál era su verdadera identidad. Asegura que al principio fue confuso ya que la televisión y las redes sociales ‘le venden a la gente la narrativa Caitlyn Jenner’; sin embargo, gracias a su ex, entendió que ‘no hay una manera específica para ser trans’.

No es como una ve en la tele, así como que 'nací, me vi al espejo y me di cuenta que estaba en el cuerpo equivocado'. Para mí no fue así. Pequeña yo sí quería hacer cosas de niña, y me gustaba la estética femenina, pero en ningún momento yo sentía la certeza de que yo quería se niña”, señaló Samantha.

“Ya de grande yo lo había pensado mucho. A mí gusta identificarme siempre como una energía femenina, siempre fue así. Me gustaba que mis amigos varones me identificaran como una energía femenina, aunque yo no estuviera viviendo como chica, y era algo que yo valoraba”, añadió.

“Fue un proceso, de aceptarme, y hubo muchas dudas... porque no es un juego”, aseveró Samantha.

De PSJ a Santa Marina



Más allá de ser una mujer trans, Samantha es también músico, activista, fotógrafa y bloguera (y tiene un trabajo de tiempo completo).

Comenzó a hacer música bajo el pseudónimo de PSJ pero, cuando comenzó el proceso de transición, su proyecto evolucionó naturalmente a lo que hoy la escena conoce como Santa Marina.

“Cuando yo empecé a transicionar, le dije a mi mamá que PSJ ya no podía ser. Yo necesitaba algo como Santa Marina, más femenino, que se identificara con lo que yo estoy haciendo”, exteriorizó Samantha.

“Yo estoy en contra del género como una imposición social, pero estoy transicionando a ser mujer... inevitablemente soy parte del binario. Entonces, Santa Marina, fue una transición de lo que era PSJ a lo que soy yo, a lo que es Samantha. Siempre va a haber mucho de PSJ en Santa Marina, porque son mis raíces, pero Santa Marina ha sido el proyecto que yo visualizaba desde que comencé a tocar guitarra. Fue todo muy orgánico”, aseguró.

Todas las canciones de Santa Marina provienen de un lugar muy personal en la vida de Samantha. Hablan sobre gente, vivencias, amor, amistades, y relaciones en general.

Por otro lado, Samantha es también fundadora del colectivo feminista Furia Rosa y miembro de Peras del Olmo, agrupación que también promueve la equidad de género.

El activismo, aunque es algo que me apasiona, lo estoy llevando con calma. Para mí lo de la transición ha sido un trabajo de medio tiempo, ha sido muy intenso, por lo cual sigo haciendo activismo pero con más calma, porque también necesito cuidarme”, comentó.

Adicional, Samantha también está formando otra banda, está elaborando un nuevo concepto para su rol como fotógrafa, quiere sacar un fanzine con varios ensayos personales,  y sigue desarrollando sus perfiles de Tumblr.

“Estoy tratando de escribir. Tengo muchos ensayos, que quiero recopilar en un fanzine en el que estoy trabajando; se llama 'Estudio de la Ausencia'. Son ensayos personales, y creo que más bien va a ser un libro de ‘oversharing’ ”,  dijo. “Yo escribo sobre ‘girlhate’;  también hay un ensayo de cuando se murió el papá de mi mamá... es como un diario  del cual la gente va a poder apropiarse de las historias. Y va acompañado de fotos inéditas”, agregó.

La bloguer life

Samantha tiene tres blogs en Tumblr; uno está en desuso, otro está en desarrollo y el otro es secreto.

TransGirlRiot, que tenía otro nombre al principio, se ha convertido en una pequeña plataforma de información para las personas trans alrededor del mundo.

“Las personas trans necesitan un espacio para informarse; en la mayoría de los países, la única fuente de información precisa que tenemos es el Internet”, explicó, añadiendo que la comunidad trans “ha construido un sistema de salud a través de Internet” ya que en casi ninguna parte en el mundo hay accesibilidad a médicos que sepan como transicionar a una persona.

“Todo está en Internet: dosis, medicamentos, efectos secundarios, qué hacer, dónde ir... Yo encontré mucho apoyo en Internet. Hay una comunidad ahí afuera, y en Tumblr mucho más. Y cuando la gente se da cuenta que una es trans, la gente se acerca”, acotó Samantha.

De acuerdo con Samantha, su blog secreto es un Tumblr donde decidió exponer su identidad a través de una serie de selfies, todo esto en un momento muy vulnerable de su vida.  

“La disforia de género es una mierda. Si ustedes como mujeres se sienten mal con lo que les hace la sociedad, imagínese lo que es vivir en un cuerpo que a usted no le gusta. Hay mañanas en las que literalmente yo no quiero salir. Tengo este blog, a través del cual recibí apoyo y también mucha gente me ha pedido consejo. Y, de alguna manera pequeñita, hhe logrado ayudar gente a través de este Tumblr”, expresó.

Para terminar, Samantha quiso compartir un poco de lo que ha aprendido a través de esta gran aventura, primero como hombre gay, y ahora como mujer trans.

“Sé que suena muy cliché, pero si algo he aprendido es que una no tiene que detenerse por nada ni por nadie. A mí me han tocado situaciones súper duras, y lo que he construido lo he construido sola y, aunque he conocido gente en el camino que me ha ayudado un montón, lo que he aprendido y lo que le puedo decir a otras es: está todo en sus manos”, señaló.

“Y todo lo que se le ocurra, hágalo, no deje que nadie ni nada la detenga”, finalizó, con una sonrisa y la misma determinación con la que, hace unos años, la conocí.   

▶ Fotos por Joel Obando Fotografía y Jimmy Vega
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Enlaces recomendados:



Facebook de Santa Marina: https://www.facebook.com/SantaMarinaCR/


Santa Marina Bandcamp: http://santamarinacr.bandcamp.com/


Santa Marina Canal de YouTube: https://www.youtube.com/user/Psj0529/videos


Trans Girl Riot Tumblr: http://transgirlriot.tumblr.com/




Colectivo Peras del Olmo: https://www.facebook.com/pdocr/




Para más información sobre la comunidad trans en Costa Rica, puede visitar:




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*Nota de la autora: 'Transicionar' es un verbo de uso muy frecuente entre personas trans e implica el proceso de pasar de un género a otro. Se utiliza transicionar (y no "cambiar", por ejemplo) porque, al igual que el verbo "to transition" en inglés, indica un proceso que consta de varias etapas durante las cuales entran en juego diversos factores (familiares, sociales, médicos, legales, entre otros). Aunque el diccionario no acepta este verbo está totalmente incorporado a la jerga intracomunitaria, por lo cual me tomé la libertad de incorporarlo a esta entrevista.

lunes, 10 de agosto de 2015



La primera vez que escuché a Emma Brott quedé, literalmente, con el corazón acelerado y la boca abierta. Su presencia, su música, la letra de sus canciones… fue algo así como una dosis intravenosa de presta inspiración  y admiración. No podría explicarlo, aunque sé que muchos podrán entenderlo.

Fue en Unión Acústica, un concierto que se realiza mensualmente en Fresco con el objetivo de dar un espacio a artistas  tanto consolidados como emergentes en Costa Rica, cuando supe de su existencia.

Cabe decir que, para ese momento, pensé que Emma era sólo Emma, tal y como se había presentado aquel día. Sin embargo, mi sorpresa fue grande cuando descubrí que Emma es, en realidad, dos personas. O que, más bien, hay otra identidad detrás que es la que le da vida.

Tenía que conocerla.

Dichosamente, Carolina Obando es de las personas más accesibles con las que he tratado. No fue difícil acordar un lugar y una hora para la realización de esta entrevista, una de las más bonitas que he realizado, por cierto.

Fue así como, una nublada tarde de junio, nos reunimos en las inmediaciones de la Universidad de Costa Rica para conversar un poco de su vida, sus sueños, y su música.

Lo primero que quería saber, por supuesto, fue cómo había nacido el concepto de Emma Brott.




“Fue demasiado inesperado”, me comentó Caro, quién me explicó que desde muy pequeña tuvo acercamientos con la música, pero que fue cuando salió del colegio que decidió retomarlo como algo más en serio.

“Cuando entré a la universidad me hice de un novio de Puriscal;  allá hay muchísimos músicos y un día decidimos hacernos un grupo juntos”, dijo Carolina, quién en ese entonces tocaba bajo con esta banda y, de vez en cuando, también hacía coros.

Luego de su ruptura, dejó atrás la escena musical puriscaleña, y decidió comenzar a trabajar en lo suyo, bajo sus propias reglas.

“Comencé de nuevo con la guitarra y con el piano y yo misma, escuchando música, empecé a trabajar mi voz”, señaló, añadiendo que su identidad musical se formó luego de que le mostró un vídeo casero de ella misma cantando a un amigo suyo, músico también.

“Un día me grabé cantando un cover y se lo mandé a un amigo que es músico. Él me dijo que mi voz era muy particular y me motivó a hacer algo. Así que decidí subir el vídeo a Facebook, donde recibí montones de likes y comentarios positivos”, recordó.




“Seguí con la música y tuve un pico de un mes en donde no podía parar de componer y en donde estuviera andaba la guitarra; pero no tenía nombre”, agregó Carolina.

Emma Brott es la combinación de su nombre favorito (nunca se ha sentido identificada como ‘Carolina’) junto con una de sus palabras favoritas en alemán: ‘pan’, que se escribe ‘brot’ (ella le agregó una ‘t’).

Tras mucho tocar puertas, logró agendar un concierto en el Hoxton y así, el 12 de junio de 2014, “fue el día oficial en que Emma Brott existió”, según sus propias palabras.

A medida que conversábamos, mi curiosidad aumentaba. ¿Cómo una persona puede ser dos, cuál es la línea que separa a una de la otra?

“Hay una enorme diferencia; hasta yo misma tengo problemas con eso”, asegura Caro. “Emma Brott no tiene pasado. Carolina sí. Emma es una chica sólo que quiere vivir el ahora y salir adelante y tiene miles de sueños al igual que Carolina, pero Emma no tiene ataduras. Es libre y como no tiene pasado, hace lo que tiene que hacer, y ya. Y es feliz, demasiado”, expresó la artista entre risas.

“Es curioso, porque Carolina quiere llegar a ser como Emma. Es como una persona que yo admiro”, acotó.

Fiel seguidora del post rock y la música islandesa, Emma tiene diferentes fuentes de inspiración para componer.




“Alguna situación, algún momento, algún aroma, algún sonido… lo que sea me inspira”, comentó Carolina. “Sí tengo mis momentos. Yo soy muy sensible y en cuando estoy más sensible, es más fácil para mí. Además, me gusta muchísimo andar sola. Disfruto mi soledad totalmente, y eso también me ayuda”.

Para futuro, tanto Carolina como Emma tienen diversos planes, cuyo denominador común es salir del país y luego volver, todo con el objetivo de cumplir los sueños de ambas.

Con respecto a Emma, sus prioridades son grabar y tener una banda que le dé más peso a su música.

“Yo me imagino todos los días de mi vida tocando en Islandia, todos los días de mi vida frente a la gente, eso es lo que más deseo en realidad”, manifestó.

Carolina, por otra parte, sueña ser una sumiller profesional (experta en vinos) y trabajar en un viñedo, y también espera poder tener su propio restaurante algún día.

Y, así como Carolina y Emma apuntan alto, instan a las demás mujeres de esta generación y las venideras a hacer lo mismo.

“No piensen tanto en las cosas. Nada más, háganlas. Yo soy una persona que, aunque sea molesta para la gente, insisto hasta lograr lo que quiero”, aseguró, poniendo de ejemplo cómo logró tener su primer concierto.

“Entonces, si tienen un sueño, insistan. Y también es importante creer en uno mismo. Al mundo uno vino solo y uno solo se va, y hay que hacer lo que a una le haga bien a uno, sin afectar negativamente a los demás”, concluyó. 

*Foto y vídeo por Joel Obando Fotografía

domingo, 5 de julio de 2015




Me reuní con Paz en Fresco, un acogedor café ubicado en el centro de San José. Estuvimos conversando alrededor de una hora, durante la cual comprendí que Viaje transmite mucho de lo que ella es en realidad: una persona honesta y sencilla, con muchas ganas de vivir. 

Paz Fábrega nació en San José y, como amante de la ciudad, ahí se quedó. Aunque le ha tocado viajar constantemente en diferentes momentos de su vida, ya tiene alrededor de siete años viviendo en el centro.

Cuando tenía 15 años, tuvo la oportunidad de asistir al Festival de Cine de la Habana con unas amigas, y fue allí donde se enamoró de su actual profesión.

“La cosa es que tenía 15 años y terminé yendo al Festival de Cine de La Habana. Había películas de un tipo que yo nunca había visto y eso me impresionó mucho”, me contó Paz, añadiendo que siempre se ha visto impactada por películas que podrían calificarse como ‘diferentes’.

“No son ni siquiera películas muy alternativas; son películas muy viejas, como Belle du Jour (1967) de Buñuel; y La Insoportable Levedad del Ser (1988), basada en la novela de Milan Kundera”, recordó.

Otra de las razones que le hicieron interesarse en el cine fue la labor de la Cinemateca de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica (UCR). 



“Cuando yo estaba en el colegio pasaban una película diferente todos los días y eran películas buenísimas y era un tiempo en el cual no era tan fácil conseguir algunas de ellas. Ahora con Internet es más fácil ver lo que uno quiere ver… pero, en ese momento, de verdad era difícil”, señaló.

Estudió Comunicación Colectiva y Fotografía, debido a que en ese momento no existía la carrera de Cine en Costa Rica. Posteriormente tomó la decisión, hizo maletas y viajó a Londres con el propósito de cumplir su sueño de formarse como cineasta. Estuvo allí tres años.

Su primer largometraje se llama Agua Fría de Mar, una coproducción entre cinco países, es decir, había cinco productores trabajando en ella.

“Fue una experiencia que no sé si repetiría. Es una manera de producir que se vuelve un poco complicada y hace que las películas se vuelvan muy caras; sin embargo, también fue muy bonita; pude hacer la película que quería hacer en ese momento en términos creativos, tuve mucha libertad y viajé mucho”, expresó.

Paz es joven, y sólo me bastaron minutos para comprender que tiene un espíritu aún más joven; la muerte de su mejor amiga marcó un antes y un después en su vida y lo que actualmente puedo percibir de ella es una mujer emprendedora con muchos deseos de disfrutar la vida o, como ella misma lo formula, ‘pasársela bien’.

Y, precisamente, de eso se trata Viaje.



“Cuando decidí filmar Viaje, quise hacerlo con un grupo de amigos; los llamé un día y así empezamos”, me explicó. “Fue un proceso largo, pero lo que no fue largo fue esperar para empezar a trabajar.  Cuando empezamos a filmar todavía yo tenía las ideas muy frescas, tenía muy fresco lo que quería hacer y cómo quería hacerlo: de manera muy simple, muy sencilla, y con un objetivo específico”.

“Duramos tres años en terminarla, pero no fue tan difícil porque tenía todo filmado y, al final, lo que hacía falta era editarlo y encontrar el sentido de la historia. En el momento en que tuve claro de qué se trataba todo fluyó un montón. Fueron apareciendo cosas que ayudaron a que la película tuviera un sentido y se armó mucho mejor”, acotó la cineasta.

Para Paz, Viaje cuenta la historia de “gente que no se quiere hacer grande por todo lo que implica”.

“No necesariamente porque no quieran adquirir responsabilidades, sino porque hay un esquema de lo que implica ‘hacerse grande’ que ellos no quieren. Creo que lo que no quieren perder es eso que uno que tiene en la adolescencia, de querer pasársela bien y buscar tener experiencias que lo hagan a uno sentirse bien. Se trata de ese momento de la vida en que otras cosas se vuelven más importantes que buscar esas experiencias”,  me comentó Paz, quien está segura que “el mundo estaría mejor si la gente quisiera pasársela bien en lugar de sólo querer acumular cosas”.

“Suena como una cosa toda irresponsable, pero creo que el mundo estaría mejor si la gente quisiera más pasársela bien, en lugar de acumular cosas… o si la gente estuviera más despierta y más consciente de que todo ya está ahí, y es sólo ir y aprovecharlo”, manifestó.

“La gente se rodea de muchas otras cosas… ‘Tengo que tener una casa, tengo que tener dos carros, tengo que conseguir estas cosas y aquellas, tengo que avanzar y avanzar y tener éxito’… cuando en realidad las personas serían mucho más felices si trataran de conectarse con la gente que tienen alrededor, si sacaran el tiempo para pasársela bien y hacer cosas que les parecieran vacilonas”, añadió.

Esto Paz lo aplica en su vida; no solamente es una exitosa cineasta que sigue en ascenso, sino que también es dueña del Café Rojo, parte de uno de sus proyectos de vida.


“Tengo un café; es algo que siempre había querido… y, ahora que lo pienso, me gustaría ser emprendedora”, dijo, riendo. “Hay muchas ideas de negocios que me parecería sería bonito que hubiera en la ciudad y que me gustaría poder llevar a cabo, sobretodo porque me interesa mucho San José y me  interesan mucho los proyectos culturales de esta ciudad. Y por eso puse el café, un poco pensando en recuperar algunas zonas, en crear espacios para que la gente esté en la calle”, recalcó.

Paz también ha reflexionado acerca de tomarse un tiempo para escribir una novela, pues le encanta la literatura; no obstante, en el futuro inmediato y tras el lanzamiento de Viaje, su cabeza se ha llenado de nuevas ideas y no puede esperar para comenzar a filmar otra película.

“A mí me interesa mucho el cine como medio; creo que mi aproximación es un poco empujar los límites y trato de hacer cosas que quizá, no son las más obvias”,  me explicó Paz, para quien su visión del cine radica en estar buscando cosas diferentes basadas en la realidad.

“Hasta ahora no he hecho una película en la que pasen cosas en las que yo no me pueda imaginar que me pudieran pasar a mí. A mí me gusta hacer películas en las que sucedan situaciones que le pasan a la mayoría de la gente en la vida, no como de ‘ese evento’ que le pasa muy rara vez a una persona y es una historia extraordinaria”, apuntó.

“A mí me gusta más el cine que lo acompaña a uno, que le muestra cosas con las que uno se puede relacionar, que ayudan a reflexionar. Y a mí, tal vez, lo que me interesa es eso porque siento que esas son las cosas que todos vivimos”, agregó.

A punto de finalizar nuestra entrevista, y con un par de vasos ya vacíos en la mesa, le pedí a Paz que le dejara un mensaje a nuestra generación.

No le fue difícil, no lo tuvo que pensar mucho.

Para ella, simplemente, ‘no hay tiempo’.

“Las cosas son ahora, y uno no tiene que esperarse a tener 50 años para hacerlas. Si usted tiene ideas y piensa que las cosas deberían ser diferentes, vale la pena defenderlas. No hay que ser tan mansos”, manifestó. 

Con dos cortos y dos largometrajes, todos reconocidos y premiados a nivel internacional, Paz definitivamente es el ejemplo de esto. 

*Fotos por Joel Obando Fotografía