lunes, 10 de agosto de 2015



La primera vez que escuché a Emma Brott quedé, literalmente, con el corazón acelerado y la boca abierta. Su presencia, su música, la letra de sus canciones… fue algo así como una dosis intravenosa de presta inspiración  y admiración. No podría explicarlo, aunque sé que muchos podrán entenderlo.

Fue en Unión Acústica, un concierto que se realiza mensualmente en Fresco con el objetivo de dar un espacio a artistas  tanto consolidados como emergentes en Costa Rica, cuando supe de su existencia.

Cabe decir que, para ese momento, pensé que Emma era sólo Emma, tal y como se había presentado aquel día. Sin embargo, mi sorpresa fue grande cuando descubrí que Emma es, en realidad, dos personas. O que, más bien, hay otra identidad detrás que es la que le da vida.

Tenía que conocerla.

Dichosamente, Carolina Obando es de las personas más accesibles con las que he tratado. No fue difícil acordar un lugar y una hora para la realización de esta entrevista, una de las más bonitas que he realizado, por cierto.

Fue así como, una nublada tarde de junio, nos reunimos en las inmediaciones de la Universidad de Costa Rica para conversar un poco de su vida, sus sueños, y su música.

Lo primero que quería saber, por supuesto, fue cómo había nacido el concepto de Emma Brott.




“Fue demasiado inesperado”, me comentó Caro, quién me explicó que desde muy pequeña tuvo acercamientos con la música, pero que fue cuando salió del colegio que decidió retomarlo como algo más en serio.

“Cuando entré a la universidad me hice de un novio de Puriscal;  allá hay muchísimos músicos y un día decidimos hacernos un grupo juntos”, dijo Carolina, quién en ese entonces tocaba bajo con esta banda y, de vez en cuando, también hacía coros.

Luego de su ruptura, dejó atrás la escena musical puriscaleña, y decidió comenzar a trabajar en lo suyo, bajo sus propias reglas.

“Comencé de nuevo con la guitarra y con el piano y yo misma, escuchando música, empecé a trabajar mi voz”, señaló, añadiendo que su identidad musical se formó luego de que le mostró un vídeo casero de ella misma cantando a un amigo suyo, músico también.

“Un día me grabé cantando un cover y se lo mandé a un amigo que es músico. Él me dijo que mi voz era muy particular y me motivó a hacer algo. Así que decidí subir el vídeo a Facebook, donde recibí montones de likes y comentarios positivos”, recordó.




“Seguí con la música y tuve un pico de un mes en donde no podía parar de componer y en donde estuviera andaba la guitarra; pero no tenía nombre”, agregó Carolina.

Emma Brott es la combinación de su nombre favorito (nunca se ha sentido identificada como ‘Carolina’) junto con una de sus palabras favoritas en alemán: ‘pan’, que se escribe ‘brot’ (ella le agregó una ‘t’).

Tras mucho tocar puertas, logró agendar un concierto en el Hoxton y así, el 12 de junio de 2014, “fue el día oficial en que Emma Brott existió”, según sus propias palabras.

A medida que conversábamos, mi curiosidad aumentaba. ¿Cómo una persona puede ser dos, cuál es la línea que separa a una de la otra?

“Hay una enorme diferencia; hasta yo misma tengo problemas con eso”, asegura Caro. “Emma Brott no tiene pasado. Carolina sí. Emma es una chica sólo que quiere vivir el ahora y salir adelante y tiene miles de sueños al igual que Carolina, pero Emma no tiene ataduras. Es libre y como no tiene pasado, hace lo que tiene que hacer, y ya. Y es feliz, demasiado”, expresó la artista entre risas.

“Es curioso, porque Carolina quiere llegar a ser como Emma. Es como una persona que yo admiro”, acotó.

Fiel seguidora del post rock y la música islandesa, Emma tiene diferentes fuentes de inspiración para componer.




“Alguna situación, algún momento, algún aroma, algún sonido… lo que sea me inspira”, comentó Carolina. “Sí tengo mis momentos. Yo soy muy sensible y en cuando estoy más sensible, es más fácil para mí. Además, me gusta muchísimo andar sola. Disfruto mi soledad totalmente, y eso también me ayuda”.

Para futuro, tanto Carolina como Emma tienen diversos planes, cuyo denominador común es salir del país y luego volver, todo con el objetivo de cumplir los sueños de ambas.

Con respecto a Emma, sus prioridades son grabar y tener una banda que le dé más peso a su música.

“Yo me imagino todos los días de mi vida tocando en Islandia, todos los días de mi vida frente a la gente, eso es lo que más deseo en realidad”, manifestó.

Carolina, por otra parte, sueña ser una sumiller profesional (experta en vinos) y trabajar en un viñedo, y también espera poder tener su propio restaurante algún día.

Y, así como Carolina y Emma apuntan alto, instan a las demás mujeres de esta generación y las venideras a hacer lo mismo.

“No piensen tanto en las cosas. Nada más, háganlas. Yo soy una persona que, aunque sea molesta para la gente, insisto hasta lograr lo que quiero”, aseguró, poniendo de ejemplo cómo logró tener su primer concierto.

“Entonces, si tienen un sueño, insistan. Y también es importante creer en uno mismo. Al mundo uno vino solo y uno solo se va, y hay que hacer lo que a una le haga bien a uno, sin afectar negativamente a los demás”, concluyó. 

*Foto y vídeo por Joel Obando Fotografía

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